“La pandemia nos ha pasado factura como equipo, han surgido tensiones, que antes no había, hay diferentes niveles de compromiso y hasta hostilidad, en la comunicación y en las relaciones del día a día. Hay personas que se evitan”
“Hemos sobrevivido pero la pandemia se llevó nuestros espacios de mejora como equipo y como empresa, no hemos logrado volver a una “normalidad” en nuestro trabajo”
“Desde marzo de 2020 ha habido tantos cambios en nuestra forma de trabajar, todos tan rápidos que no hemos tenido tiempo ni para asimilarlos, ni para integrarlos. Esto ha hecho que surjan muchísimas tensiones y aún nos dura el efecto bola de nieve”
Todas estas frases son algunos de los ejemplos reales de clientes con los que he hablado en los últimos meses. Creo que es una de las conversaciones más recurrentes que tengo últimamente. Quizás las estés viviendo en primera persona, si lideras un equipo. O quizás te suenan tanto como a mí, si eres colega de profesión.
Sea como sea, sí, ya es momento de decir que, a las empresas, o mejor dicho, a las personas que tiran adelante las empresas, esta maldita pandemia nos ha pasado factura y aún nos la está pasando. Es lo que me estoy encontrando de forma recurrente y, afortunadamente también, es lo que much@s lideres de equipos se están dando cuenta que es momento de solucionar.
Hasta ahora, los comportamientos empresariales más habituales han sido en modo supervivencia. De no querer ver la realidad, con la ilusión de que en un momento todo pasará e ir apagando los fuegos, pero sin cambios; a dedicarnos en cuerpo, alma y sobrecargas de energía y trabajo a intentar solucionar lo que se nos venía encima. Comportamientos humanos, comportamientos de empresa, que a veces se olvida, pero la respuesta natural de toda empresa ante las dificultades es el resultado de la forma habitual de responder a las dificultades de los líderes. Y como es en la vida, pues es en los negocios.
Superado el shock y el miedo a la recaída pandémica o, aceptado que, la «nueva normalidad» no volverá a ser la normalidad que era; ahora es momento de actuar, crear espacios para hablar de lo sucedido, escucharnos como equipo, aceptar las nuevas normas de trabajo o crearlas de nuevo, y volver a acordar aquello que somos o queremos ser como negocio y como equipo. Si el entorno ha cambiado es momento de reflexionar sobre hacia donde vamos, como lo haremos, con qué recursos contamos y qué tenemos que cambiar, mejorar o conservar de esta etapa que hemos vivido. En el libro “Total Value Management: guía para transformar tu empresa” hablamos de la ecuación para generar Valor Total en una empresa:
Gracias a esta fórmula y a cómo una empresa gestiona las diferentes palancas, podemos hablar de 4 tipos de empresas: totales, depredadoras, ineficientes y moribundas. Si quieres saber más sobre estas tipologías de empresas te invito a conocerlas en el Webbinar “La matriz de Valor Total” De lo que hoy te quiero hablar es sobre como uso la fórmula de Valor Total con mis clientes en estas circunstancias, lo que me ayuda a hacerme entender y a que junt@s entendamos lo que ha sucedido en la empresa y en las personas. Bajo mi punto de vista, la pandemia me ha vuelto a demostrar cuan de efectiva y práctica es esta herramienta.
Donde pre-pandemia había buen valor relacional, y por lo tanto el equipo era capaz de crear entornos generativos y relacionarse desde la confianza, la capacidad de adaptación multiplicó y como consecuencia, el equipo se ha adaptado y superado frente a las circunstancias, siendo capaces de seguir generando valor económico. Un gran indicativo de resiliencia empresarial.
Donde el valor relacional no estaba trabajado, la pandemia ha hecho aflorar las carencias, los recelos, suspicacias y desconfianzas, circunstancia que ha menguado la capacidad de adaptación del equipo al entorno de pandemia. A estos equipos les ha costado dar respuestas efectivas y eficientes a lo que sucedía, con consecuencias serias para las relaciones, y, por supuesto, para la cuenta de resultados (el valor económico) Puede que las hayan dado, pero con unos sobreesfuerzos en tiempo y dinero importantes. En las reuniones de equipo veo ahora muchas más expresiones de bornout, de falta de energía y desmotivación.
Por otra parte, el valor económico de las empresas se ha visto afectado en mayor o menor medida, según el sector, como consecuencia de esto, el resto de palancas se ven afectadas. La capacidad de generar valor económico (y el cómo se genera) en un equipo o una empresa afecta en las relaciones y a cómo responden a los retos del entorno, por lo tanto a su capacidad de adaptación. Todo está conectado.
La diferencia está radicando en que, si por las circunstancias de la crisis del covid, la empresa se ha visto afectada económicamente, para muchos de los casos el valor relacional está siendo el salvavidas, el pegamento que hace que la empresa sobreviva, con sus modificaciones de estrategia pertinentes y se adapte al nuevo entorno. Pero tampoco se puede sobrevivir a costa de las relaciones indefinidamente, pues son necesarios espacios de reflexión y regeneración.

Otros tantos equipos, hasta ahora, han sobrevivido, lo que es diferente a poner en marcha la capacidad de adaptación. Y lo que la pandemia me está mostrando es que para poder activar esta capacidad tiene mucho que ver el punto de partida relacional y conceptos como confianza, compromiso, conexión con la identidad y el propósito de la empresa. Algunos lo llamaran lo “soft” de un negocio pero esta pandemia me está demostrado lo contrario, nuevamente.
Y es que es normal que hayan sucedido estas y muchas otras historias en los equipos, somos humanos, ¿quizás nos habíamos olvidado?
La parte positiva de todo esto es que creo que la pandemia ha servido a los equipos y a las empresas, para darnos, más cuenta aún, que los recursos y espacios que hoy se invierten en personas y relaciones, son el seguro de salud de tu empresa para mañana.
¿Qué historias de equipo te has encontrado o estás viviendo tú?